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¿Dónde está Dios en medio del sufrimiento?

  • Foto del escritor: mapamipi
    mapamipi
  • 11 jun
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 16 jun

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Introducción

En un mundo marcado por guerras, enfermedades, injusticias y tragedias, es comprensible que muchas personas se pregunten: "Si Dios es bueno y todopoderoso, ¿por qué permite tanto dolor?". Esta duda, lejos de ser un rechazo a la fe, es un grito del corazón que busca respuestas sinceras.

Reflexionar sobre qué es Dios desde la perspectiva de la religión cristiana nos lleva a comprender que no hablamos de un ser lejano o indiferente, sino de un Padre que ama, sufre con nosotros y camina a nuestro lado. La fe no elimina el sufrimiento, pero sí ofrece un sentido profundo que nos permite atravesarlo con esperanza. Este artículo no pretende dar respuestas definitivas, sino acompañarte en la búsqueda, con humildad, razón y fe.

1. El mal en el mundo: ¿Por qué existe?

El mal moral y la libertad humana

Uno de los mayores misterios de la existencia es la presencia del mal. Para abordarlo, es clave distinguir entre el mal moral (el que proviene de las decisiones humanas) y el mal físico (como los desastres naturales o las enfermedades).

Desde la visión de la religión cristiana, Dios creó al ser humano con libertad. Esa libertad, aunque conlleva grandes riesgos, también es lo que permite el amor verdadero. Cuando una persona elige el egoísmo, la violencia o la injusticia, el mal se propaga. Dios no desea ese mal, pero lo permite porque valora nuestra libertad por encima de una obediencia forzada.

El mal físico y un mundo en camino

La creación ha sido descrita como "gimiendo como con dolores de parto" (Romanos 8,22). La naturaleza no es perfecta; está sujeta a límites y catástrofes. En este mundo cambiante, el ser humano debe aprender a vivir en armonía con su entorno, respetando y cuidando lo creado. La religión cristiana no niega el dolor, pero lo ilumina con una visión trascendente.

El misterio del dolor y su sentido

El sufrimiento no siempre tiene una explicación racional, sobre todo cuando lo padecen personas buenas. Sin embargo, la fe nos ayuda a descubrir que nunca estamos solos. El dolor puede convertirse en una ofrenda, en una forma de amar, en un camino hacia la transformación interior. Así, entendemos qué es la felicidad no como ausencia de problemas, sino como plenitud y sentido, incluso en medio del dolor.

2. ¿Por qué Dios no interviene para evitar el dolor?

Dios y nuestra libertad

Dios no interviene porque ha querido respetar radicalmente nuestra libertad. Ha confiado en nosotros al punto de permitirnos incluso rechazarlo. En esta decisión se revela qué es Dios: un ser que no obliga, sino que ama. Un mundo sin libertad sería como un teatro de marionetas: sin riesgos, pero también sin amor auténtico.

El bien que nace del mal

La historia demuestra que incluso en medio de grandes tragedias puede surgir el bien:

- El heroísmo de quienes salvan vidas en situaciones extremas.

- La solidaridad entre pueblos tras catástrofes.

- El perdón que surge después del dolor.

La religión cristiana proclama que la Cruz de Cristo es la respuesta definitiva: Dios mismo sufre con nosotros y transforma el mal en redención.

3. ¿Por qué a los malos les va bien?

"¿Por qué los impíos prosperan?" es una frase que ha inquietado a creyentes de todas las épocas. La fe cristiana ofrece una mirada más profunda y serena.

Éxito no es sinónimo de felicidad

Muchos que acumulan riquezas y aparentes triunfos viven vacíos. No conocen el verdadero sentido de qué es la felicidad, que no se reduce al placer, al consumo o al poder, sino que se encuentra en vivir con amor, en paz con Dios y con los demás.

La justicia divina no falla

Dios es paciente porque es misericordioso. Lo que parece impunidad es, en realidad, una oportunidad para la conversión. Como enseña la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro, la justicia divina equilibra todas las balanzas, y en la vida eterna cada uno cosechará lo que ha sembrado.

4. Cómo creer en Dios ante el dolor

La fe no es una anestesia ante el sufrimiento, pero sí una lámpara que ilumina el camino.

Santa Teresa de Calcuta decía: "El sufrimiento es un don si se vive con amor". Muchos santos, inspirados en la religión cristiana, encontraron en la Cruz no una derrota, sino una fuente de fuerza para servir y amar.

Todos podemos descubrir que qué es Dios se revela precisamente en el momento más oscuro, cuando sentimos que ya no podemos más. Él está ahí, silencioso pero presente, sosteniéndonos.

Conclusión

Dios no nos entrega un manual para explicar el sufrimiento, pero sí nos ofrece su compañía, su amor y una esperanza que no defrauda. En Jesús crucificado, descubrimos que Él no evita el dolor, sino que lo asume y lo transforma desde dentro.

Este es el corazón de la religión cristiana: un Dios que se hace hombre, sufre con nosotros y nos promete una vida plena, donde entenderemos finalmente qué es la felicidad, no como placer fugaz, sino como comunión eterna con Él.

Si este artículo resonó en ti, te invito a seguir profundizando:

- Leer el libro de Job o las Cartas de San Pablo.

- Meditar en la Pasión de Cristo (Juan 18–19).

- Preguntarte: ¿Puedo confiar en que el amor de Dios es más fuerte que el mal?

La decisión es tuya. Pero recuerda: en esta búsqueda, no estás solo.

Fuentes

- Catecismo de la Iglesia Católica (CEC 309–311, 324, 618)

- Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (CDSI 135)

- Sagrada Biblia (Job, Salmos, Evangelios, Cartas Paulinas)

 
 
 

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